Solaris: un libro de ciencia ficción de componente psique.

Hace tiempo que un amigo me recomendó el libro de Solaris tras una charla en la que comentábamos el argumento de uno de mis novelas titulada Serendipias.

La cuestión que abordamos era determinar si el ser humano puede encontrar en otros lugares vida más inteligente que la nuestra. 

En principio la respuesta era afirmativa, ahora bien, llevado al mundo de las novelas o películas de ciencia ficción, solemos representar al extraterrestre como un ser despiadado que destruye sin pasión nuestro mundo.

Puede que en algunos casos los visitantes sean seres inteligentes pero siempre carecen de sentimientos tan profundos y puros como los que tenemos los terrícolas. 

Creo que es una manera muy subjetiva de ver al ser humano. Supongo que nos falta autocrítica y tal vez no nos guste pensar que somos lo más parecido a un virus devorando su propio planeta.

Solaris es un libro donde se plantean dos grandes cuestiones: nuestra inteligencia y la capacidad de comunicación con otros entes.

Stanislaw Lem nos plantea la siguientes preguntas:

¿Y si los seres humanos halláramos un  gigantesco océano protoplasmático (saturado, pues, de sustancias químicas disueltas) en un planeta de un sistema binario de estrellas en el cual se presume que tiene vida y, posiblemente, inteligencia?

¿Y si la comunicación con esa inteligencia fuera un difícil escollo para el ser humano? 

El problema de la comunicación con los extraterrestres es una cuestión que suele pasar de alto en muchas novelas de ciencia ficción. Siempre existe una mínima comunicación con los entes extraplanetarios, lo cual parece incongruente.

En Solaris esta comunicación es inexistente tal como la entendemos los seres humanos, es decir, con palabras o mensajes vocales o escritos. Son una serie de ocurrencias físicas que los componentes de la nave presuponen como respuestas a sus deseos particulares.

Cabe preguntarse pues: ¿y si existiera una inteligencia capaz de proporcionarnos elementos que faciliten nuestra felicidad y que estén fuera de alcance de nuestras posibilidades y entendimiento?

La novela tiene dos componentes relevantes. Por un lado encontraremos descripciones ricas en tonalidades y colores. El lector podrá evadirse en un mar cromático poco común. 

Por otro lado está la componente psique: la tripulación de Solaris se verá inmersa en situaciones incongruentes.

El ser humano será parte de una prueba incomprensible para su inteligencia.

¿Qué pensarías si tu pareja sentimental apareciera una mañana a tu lado, en la cama, a sabiendas de que ha fallecido hace tiempo? ¿Cómo podríamos explicar y asumir estas creaciones? 

La representación de estos personajes de inteligencia y aprendizaje continuo recuerda a los replicantes de Blade Runner. Seres artificiales con sentimientos. 

Escena final de la película Blade Runner.

Inquietante reflexión en la que se ve envuelto el protagonista: encontrar a un ser querido que sabes que no puede existir. Conocer un planeta que es más inteligente que el ser humano. Comprender que un ente puede hacer cosas por ti que nunca estarán a tu alcance.

Ahora, en el siglo XXI, todos estos conceptos han sido tratados con asiduidad, pero debemos valorar que Solaris se publicó en 1961.

La cuestión principal que relacionaba Serendipias y Solaris no era otra que asumir que existen formas de vida más inteligentes que la nuestra. Ambas novelas narran este argumento desde puntos distintos. 

En Solaris es una expedición la que encuentra un mundo de difícil disciermieto, perturbador y atractivo. 

En Serendipias la visión es inversa: es la inteligencia más desarrollada observando nuestro mundo, mostrando sus incongruencias y defectos.

Si te gusta explorar en otros mundos y plantearte temas de componente psique esta es una buena novela.

No encontrarás alienígenas con deseos destructivos, pero hallarás al ser humano ante una dura prueba: superarse así mismo en sus convicciones y creencias, o dejarse abatir ante hechos que no puede comprender. 

En cualquier caso el mensaje de Solaris es claro: nos queda mucho por aprender.

Solaris libro.




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